TUTORÍA VIRTUAL
ASIGNATURA: EDUCACIÓN ARTÍSTICA
CURSO: PRIMER AÑO DE BACHILLERATO
FECHA: Tarea para el sábado 03-12-2016
ACTIVIDAD:Lea el documento y desarrolle la tarea de la agenda telestudiantil
Rituales ceremoniales en latino américa
Las costumbres funerarias en Ecuador y en la mayoría de los países latinoamericanos, tiene dos grandes influencias: los rituales tradicionales indígenas y la cristianización con la llegada de los españoles.
Algunas tradiciones funerarias indígenas.
En Azuay: lavan al muerto con jabón delicadamente, para ponerlo en una estera cubierto con un manto, en medio de un cuarto por tres días y tres noches, vistiendo las mejores ropas. Es costumbre encender velas al rededor del cuerpo. Los familiares visten de negro con un pañuelo blanco en el cuello para mostrar su luto. Después del entierro se hace una ceremonia llamada pichka, donde lleva las ropas del difunto y de su pareja en vida para lavarlas en el río, luego la comunidad y amigos barren los lugares que este frecuentaba.
En quingeo: ponen el cadáver en una mesa y toman aguardiente y juegan guayru, el dinero que obtienen del juego es para comprar licor. Estos llevan al cadáver a la iglesia para una misa.
En guacaleco; al 5to día de fallecido los amigos íntimos y familiares cercanos van a la casa y se apropian de cosas que le pertenecían al difunto.
En Chimborazo: Se vela por un día, en un cuarto rodeado de velas y el cuerpo sobre una tabla, los presentes beben aguardiente en exceso, luego transportan al cuerpo en burro hasta la iglesia para la misa.
En Pichincha: Velan al muerto con sus mejores vestidos envuelto en mantas blancas al aire libre, y los hombres al caer la noche imitan sonidos de animales, mientras las mujeres rezan. AL final 4 indios transportan al muerto precedido por los hombre que juegan guayru y las mujeres caminan de tras del cuerpo, mientras hacen un recorrido por los lugares a donde solía ir, poniendo el cuerpo en forma vertical.
Para las diferentes regiones de Ecuador, en la actualidad las zonas urbanas hacen rituales menos peculiares y mucho mas apegados a las costumbres católicas. Se vela al cuerpo durante un día y una noche, en un ataúd, rodeado por ofrendas florales y velas, mientras los familiares y amigos rezan, al día siguientes antes del entierro el cuerpo se lleva a la iglesia para una visita o una misa y luego al cementerio. Días después se hace una ceremonia en donde se hacen rezos especiales, durante 9 noches. y se mantiene un altar en honor al fallecido.
Algunas tradiciones funerarias indígenas.
En Azuay: lavan al muerto con jabón delicadamente, para ponerlo en una estera cubierto con un manto, en medio de un cuarto por tres días y tres noches, vistiendo las mejores ropas. Es costumbre encender velas al rededor del cuerpo. Los familiares visten de negro con un pañuelo blanco en el cuello para mostrar su luto. Después del entierro se hace una ceremonia llamada pichka, donde lleva las ropas del difunto y de su pareja en vida para lavarlas en el río, luego la comunidad y amigos barren los lugares que este frecuentaba.
En quingeo: ponen el cadáver en una mesa y toman aguardiente y juegan guayru, el dinero que obtienen del juego es para comprar licor. Estos llevan al cadáver a la iglesia para una misa.
En guacaleco; al 5to día de fallecido los amigos íntimos y familiares cercanos van a la casa y se apropian de cosas que le pertenecían al difunto.
En Chimborazo: Se vela por un día, en un cuarto rodeado de velas y el cuerpo sobre una tabla, los presentes beben aguardiente en exceso, luego transportan al cuerpo en burro hasta la iglesia para la misa.
En Pichincha: Velan al muerto con sus mejores vestidos envuelto en mantas blancas al aire libre, y los hombres al caer la noche imitan sonidos de animales, mientras las mujeres rezan. AL final 4 indios transportan al muerto precedido por los hombre que juegan guayru y las mujeres caminan de tras del cuerpo, mientras hacen un recorrido por los lugares a donde solía ir, poniendo el cuerpo en forma vertical.
Para las diferentes regiones de Ecuador, en la actualidad las zonas urbanas hacen rituales menos peculiares y mucho mas apegados a las costumbres católicas. Se vela al cuerpo durante un día y una noche, en un ataúd, rodeado por ofrendas florales y velas, mientras los familiares y amigos rezan, al día siguientes antes del entierro el cuerpo se lleva a la iglesia para una visita o una misa y luego al cementerio. Días después se hace una ceremonia en donde se hacen rezos especiales, durante 9 noches. y se mantiene un altar en honor al fallecido.
En México es uno de los países latinoamericanos que ostenta una variedad de tradiciones culturales, las cuales en parte se reflejan en su folclor, artesanía, música, danza, pintura, gastronomía y diversos rituales como el del Día de Muertos, en el mes de noviembre de cada año.
En todos los tiempos de la existencia humana se han practicado ritos y ceremonias, pero la organización sociocultural, económica y el mismo entorno natural de los grupos humanos les imprimen particularidades que las diferencian, a pesar de que parecen similares; de tal manera que acontecimientos como el nacimiento, el matrimonio o la muerte suelen tener diversas explicaciones. La muerte, como realidad ineludible que acaece a todo ser humano, se vive, interpreta, se ritualiza y se representa de múltiples formas. Con la conquista y el mestizaje, la cosmogonía indígena cambia respecto a la vida y a la muerte, sin embargo, ese proceso de aculturación generó sincretismos que aún en la actualidad observamos en manifestaciones como la pintura, escultura, artesanías, danzas, fiestas, trajes, mitos y leyendas, y en la religión misma; impuesta y desarrollada como producto de tal mestizaje que integró lo prehispánico con el cristianismo.
En los estudios del México prehispánico se evidencia el marcado interés por las prácticas funerarias. Así vemos, que en el códice mayliabecchiano se registra que los meses nueve y diez eran dedicados a celebraciones mortuorias. Puede decirse que el tema de la muerte constituye uno de los elementos más importante en la expresión artística y religiosa de toda Mesoamérica.
Presente en toda la cosmogonía prehispánica, la muerte se asume como otra forma de vida y los poetas aludían a la vida y a la muerte, como una dualidad que integra una sola realidad. El rey Nezahualcóyotl le declamó a la muerte, y cada año, en el mes de noviembre, se reproduce y se declama en México su poema:
Aunque sea jade: también se quiebra,
aunque sea oro, también se hiende,
y aun el plumaje de quetzal se desgarra:
¡No por siempre en la tierra:
sólo breve tiempo aquí!
Como una pintura nos iremos borrando,
como una flor hemos de secarnos sobre la tierra,
cual ropaje de plumas del quetzal, del zacuán,
del azulejo, iremos pereciendo.
Festividad y ritual de los muertosaunque sea oro, también se hiende,
y aun el plumaje de quetzal se desgarra:
¡No por siempre en la tierra:
sólo breve tiempo aquí!
Como una pintura nos iremos borrando,
como una flor hemos de secarnos sobre la tierra,
cual ropaje de plumas del quetzal, del zacuán,
del azulejo, iremos pereciendo.
El mundo actual se encuentra marcado por una serie de rituales que se realizan a través de actos formales o convencionales, cuyos mensajes y funciones son de carácter político, ideológico o religioso, y su convalidación se encuentra tanto en el imaginario como en la práctica de los diversos sectores sociales. En el México moderno, el ritual a los muertos, presenta manifestaciones de los tiempos más remotos, y se constituye en una de las expresiones de la mentalidad y la convivencia colectivas. El significado religioso del ritual a los antepasados (no a la muerte) tiene su comprensión a partir de una concepción profunda de la vida, la cual ha encontrado en el devenir de la humanidad, expresiones vigorosas entre los pueblos indígenas del pasado con los del presente, y con la población desindianizada del México moderno.
En honor a sus antepasados los hombres prehispánicos en diferentes momentos han dejado su huella en esculturas, máscaras, montículos, códices, tumbas, y ofrendas colocadas a los muertos. Entre los tesoros prehispánicos que aluden a la muerte, sobresale la «Cuatlicue», diosa de la tierra, de la vida y de la muerte, hallada en la tumba siete de Monte Albán. De igual valor la «cabeza de la vida y de la muerte» encontrada en Oaxaca, hecha de arcilla, con la representación de la vida en el rostro derecho y la muerte en el izquierdo.
Junto a esta riqueza arqueológica se pone de presente las maravillas culturales de los sobrevivientes indígenas, que como sucesores de las extraordinarias civilizaciones prehispánicas y herederos de una basta cultura ancestral han contribuido, a pesar de sus más de quinientos años de soledad, a la conformación de una identidad del mexicano. La festividad del Día de Muertos es una tradición típica de México que tiene sus inicios en la época prehispánica. A partir de la colonización española se establece un sincretismo religioso que influye en esta festividad; y en el siglo XX vemos aparecer la influencia cultural norteamericana con la celebración del día de halloween, principalmente en las ciudades.1
La mezcla de la tradición mexicana con elementos externos, es posible entre otras razones, porque la vida de los pueblos es dinámica y se va construyendo con cambios internos e influencias de otras culturas; dependiendo de las condiciones sociales, culturales, económicas y políticas de cada momento histórico. La formación económica y social mexicana, hace posible la presencia de diversos grupos sociales con sus correspondientes manifestaciones culturales y grados de influencias o prestamos de otras culturas. Por ello podemos apreciar, en la celebración del Día de Muertos, el esplendor tradicional del florido panorama en las comunidades indígenas, con sus respectivas ofrendas donde «están vivos los muertos», participando en las necesidades vitales, como son el comer y el beber. También es posible compartir el ritual en las ciudades, acompañado de ingredientes típicamente urbanos: altares majestuosos, calaveras de chocolate, esqueletos de dulces, y el delicioso pan de muertos hecho exprofeso para tales días. De igual manera es factible visitar al cementerio, espacio simbólico de religiosidad e interacción del mundo viviente con los muertos. El panorama del interior y del exterior constituye verdaderas ferias populares, ya sea en el campo o en la ciudad. Es costumbre de los mexicanos colocar ofrendas sobre las tumbas, consumir los alimentos en el panteón, y hacer las velaciones con diferentes tipos de música. Con ello se pretende establecer comunicación entre los vivos y los muertos.
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